Memorias de una bruja


*Respeten derechos de autor. Gracias

Capitulo 3

Mi nombre, mi guardián y un encuentro imposible


La clase terminó y el profesor mientras chirriaba los dientes y gruñía para sus adentros; salió a gran velocidad sin atender a los papeles que caían de su carpeta al suelo.

-¡Aún faltan diez minutos!-rió un chico de la primera fila burlón.

-A callar-ordenó Mary, y como si se tratase de un niño de tres años guardó silencio por su querida ídolo, seguido de todo el sector masculino de la clase.

-Voy al baño-avisé. Se lo que todos los hombres piensan sobre como las chicas van en grupo a los baños, sin embargo sigue siendo un buen lugar donde hablar tranquilamente y donde no te vas a encontrar rodeado por media escuela. Sí, ‘cosas de chicas’.

Salimos las cuatro de la clase a los pasillos aún desérticos mientras el resto gritaba y juagaba entre los pupitres, entramos al lavabo y Mary se dirigió directamente a los espejos para retocarse el maquillaje.

-No ha estado mal, ¿eh?-dijo mientras se ponía más brillo en los labios. Anna se encontraba a mi lado con una gran sonrisa.

-Muchas gracias. Han sido los minutos más largos de mi vida.

-No ha sido nada-lo dije con una sonrisa y con un gesto de mis manos las congelé a las dos. Miré si había alguien más cerca y por fin me dirigí a Ari- ¿Qué crees que estás haciendo? ¡Casi me pegas un susto de muerte!

-No exageres-dijo ella mientras sus pies se hundían en el suelo como si este fuera un charco-no tardé tanto como creía. Pero lo más importante es que ya tengo a tu guardián-sus ojos brillaron de emoción y me miraron con expectación.

-Después-dije, su cara mostró una mueca de decepción-aún me queda una clase.

-Entonces te esperaré.

-Ni lo sueñes-ya me podía imaginar cómo pasaría la siguiente clase, ella dando saltitos y hablándome y yo teniendo que atender a dos cosas a la vez sin que nadie se diera cuenta. Podría sonar divertido, pero no es algo que recomiendo a ninguna bruja-vete a casa.

-Me quiero quedar-cruzó los brazos con resolución-me aburro sin ti.

-Yarina vete a casa-sabía que era jugar sucio, sin embargo cuando estoy enfadada suelo pasarme un poco. Sus ojos se abrieron sorprendidos y suspiró dejando que su cuerpo se hundiera en el suelo y así desapareciendo.

El timbre sonó sobresaltándome y mi poder se desactivó dejando libres a las dos chicas que se miraron sorprendidas por lo poco que les había durado aquel descanso.

-Hora de ir a clase-dije yo algo nerviosa, ninguna sospechó y caminaron con desgano de vuelta. Yo las seguí no muy segura de si querer que las clases acabaran o no, en casa habría pelea seguro.

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-Ya te he dicho que lo siento-repetí por quinta vez.

-Y yo que no te perdono-dijo Ari.

-Sabes que tenía una buena razón para hacerlo-traté de explicarle porque no se podía quedar conmigo cuando me iba a clase pero era como hablar con una pared.

-Mi venganza será terrible-su voz teatral no convencía demasiado.

-Muy bien, lo que tu digas-darle la razón a alguien aunque no la tenga, a veces (y solo a veces) es una buena idea-¿no tenías algo que enseñarme?

Nos encontrábamos en mi cuarto, las dos solas por lo menos hasta las ocho de la tarde, cuando llegaría Rick del trabajo.

-¿No vas a intentar adivinar qué es?-levanté una ceja en respuesta, ya me veía con una lagartija entre las manos.

Se dio la vuelta y sacó de debajo de mi cama una cajita negra de incrustaciones en plata con inscripciones que parecían en chino. Me tendió una llave tan increíble como el objeto anterior, completamente plateada, que colgaba de una cadena a juego.

-Este es un cofre mágico-dijo con emoción mientras con el mayor cuidado del mundo lo depositaba en el suelo alfombrado-ábrelo-me animó.

Miré la llave que brillaba por sí sola, su tamaño era bastante grande, tanto que parecía no tener proporción con el cofre. Le dediqué otros segundos a la cerradura, que ocupaba prácticamente todo el lado en el que se encontraba, por fin introduje la llave con sumo cuidado y esta se deslizó con suavidad cuando la hice girar y un agudo sonido indicó que estaba abierta.

Retiré la llave algo nerviosa, ¿qué me había traído Ari? En aquella caja no debía haber espacio suficiente para algún animal grande, apenas entraría un conejo a presión (perdón por la comparación). Quité la tapa con las dos manos, siempre con cuidado y miré dentro donde se veía como un pozo sin fondo: todo negro.

-¿Ari?-pregunté. Ella solo sonrió pero mi llamada había despertado al ser que había dentro. ¿Qué cómo lo sabía si todo estaba negro? Sus ojos, verdes como la fresca hierba y rasgados me miraron desde el fondo.

¿Un gato recién nacido? Sí, podría entrar en la caja. El animal salió permitiéndome ver de qué se trataba… y no era nada de lo que yo hubiera podido imaginar.

Su cuerpo de un azul eléctrico y alagado se movía serpenteante pero con gracia, sus escamas brillaban ante la luz del sol que provenía de mi ventana.

Era un dragón

Como me había quedado muda por el asombroso descubrimiento Ari decidió hablar satisfecha de su elección-Es un dragón de bolsillo-el nombrado me olisqueó como si de un perro se tratara-sabía de una persona que no podía seguir cuidándolo por más tiempo así que, ¡Aquí está!

¡Claro! Así de fácil, sencillo… para toda la familia-Estás completamente loca-ella me hizo pucheros.

-¿No te gusta?-ajeno a la conversación el dragón continuaba su crítica sobre mí, comenzó a frotar su lomo contra mi mano derecha aún apoyada en el cofre.

-Sabes perfectamente que no es eso-le regañé-Si fuera otro animal podría convencer a Rick de quedárnoslo pero no puedo decirle que quiero un dragón de mascota, además, ¿qué come? ¿No se hará más grande, verdad?

-No es para tanto, puedes darle de comer de todo, es de tamaño portátil y puede transformarse en materia inorgánica-así dicho sonaba tan científico…

-¿Eh?

-Se transforma en objeto-me tradujo

-Bien, de acuerdo-seguía sin estar muy convencida pero el pequeño animal empezaba ya a enroscarse en mi cuello y frotaba la cabeza con deleite en mi mejilla.

-Escribe-me ordeno Ari. Y así lo hice, una página fue dedicada a él (sí, es chico al parecer, aunque sigo sin saber diferenciarlos).

-Aquí nuestro amigo es de tipo viento y agua-dijo Ari agarrando al dragón mientras este trataba de morderla para que le soltara-por supuesto nunca hubiera elegido uno de fuego, y nunca podré encontrar uno de tierra.

-De acuerdo, ya tengo a mi guardián-dije suspirando mientras volvía a recoger al pequeño entre mis manos para su regocijo, porque sí, me había encariñado con él-otro secreto más que guardar.

-Me tienes a mí para compartirlo- Ari me sonrió, no fue una de esas sonrisas burlonas u orgullosas, fue una sincera como amiga y sentí que, aun habiendo pasado las cosas de ese modo, podía confiar en ella. Siempre he sido una persona que, aunque parezca racional y sensata soy muy emocional e instintiva y suelo hacer las cosas de un modo completamente distinto a los demás.

-Lo sé

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Estaba ya algo cansada, había conseguido recopilar todo lo que necesitaba para mi ‘nombramiento’, por llamarlo de algún modo.

-Bien, muéstramelos-dijo Ari nerviosa mientras limpiábamos el desván.

Para mi ceremonia necesitaba sitio suficiente además de tiempo y preparación, el desván no era en realidad muy grande y servía solo de trastero, el único lugar para llegar a él estaba en el pasillo que comunicaba mi cuarto y el de Rick, justo en el techo había una trampilla que al tirar de ella aparecía una escalera.

El desván estaba sucio y nos había llevado tres días enteros ordenarlo y limpiarlo a fondo. El techo inclinado no dejaba demasiada altura, la zona más alta, central, me dejaba estar completamente de pie, no obstante el techo llegaba a ser tan bajo que tenía que ir de cuclillas.

-Respira-le aconsejé mientras cogía la caja de cartón y le enseñaba el interior-aquí los tienes.

-Bien, mañana es el día-dijo mientras su sonrisa nerviosa y su constante frotar de manos le hacía parecer un ‘hombre de negocios’-y aún no hemos hecho todo lo que deberíamos.

-Ya te dije que ayer era imposible-había tenido un día ajetreado gracias a mi profesor preferido (sí, habéis acertado, el de biología) y no me había dado tiempo a conseguir todo antes-agradece que encontrara esa rosa.

-¿Dónde la conseguiste?-la curiosidad de Ari no tenía fin.

-Me la encontré en mi cuarto-había aparecido sin más sobre mi escritorio junto al lazo amarillo.

-¿Un admirador?-sugirió

-Si es así no quiero saber cómo entró a mi cuarto-que alguien entre en tu cuarto sin que tú misma lo sepas no es una de las mejores experiencias que haya tenido, no se lo recomiendo a nadie.

-Tienes razón-convino ella-pero no tenemos tiempo para eso, tienes que cortar las manzanas por la mitad y poner una hoja de laurel tapando su corazón, haz un círculo con ellas rodeando la casa para formar una barrera contra el mal.

-Menos mal que nadie me va a ver-murmuré mientras me dirigía a cortar unas diez manzanas y a regarlas como si fueran semillas en un campo de cultivo.

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-Y ahora qué-dije mientras me sentaba en el sofá al mismo tiempo que cogía a Tazz y jugaba con él. Ya había realizado el pacto con el dragón y había obtenido su nombre, el ritual había sido tan sencillo como cuando obtuve mi marca, en realidad una bruja no elige deliberadamente a su guardián, este también tiene que elegirte… así que supongo que podríamos llamarlo un pacto equivalente.

Ahora Tazz (al igual que Ari ese no era su nombre real) era capaz de saber lo que sentía debido a un intercambio de energía mágica que hicimos. Para seros sincera, incluso habiéndomelo explicado mil veces sigo sin entender como lo hice exactamente.

-Quedan dos horas para las 12, prepárate mientras nosotros encendemos y colocamos las velas-ordenó la sirena.

Asentí con la cabeza mientras entregaba a Tazz que se revolvió quejándose hasta colocarse en una posición rígida e incómoda entre las manos húmedas de Ari.

No os equivoquéis, si estáis pensando que esos dos se llevan mal o se ‘repelen’, es simple y llanamente que un guardián adora a la persona a la que debe proteger. Por ello Tazz se encontraba conmigo las 24 horas del día, yo le mimaba tanto que ya tenía su propia cama y un pequeño lugar en mi escritorio para cuando estudiaba, en clase se convertía en una pulsera que parecía de metal pero esmaltada en azul que ocultaba mi marca por completo.

Me dirigí a mi habitación y me arregle tal y como me había ordenado Ari: un vestido blanco con un broche de plata, alpargatas completamente naturales y en el pelo una diadema azul (por la rosa).

Subí tras unos minutos con cuidado y en silencio, mi padre veía la televisión en su cuarto con la puerta cerrada y desde el pasillo se escuchaba la película que aquella noche ponían. Subí despacio con una vela en mi mano y arriba me encontré con un círculo bien iluminado.

Cinco velas blancas se encontraban en un círculo perfecto sobre una pequeña mesa de roble de no mayor altura que mis rodillas, las comunicaban las ramas de romero creando una estrella de cinco puntas, en el centro de esta se encontraba la olla de Leprechaun. Ari me esperaba junto a Tazz, con la rosa y el lazo en las manos, con una de ellas me indicó que comenzara.

Primero encendí el incienso por los difuntos que aquella noche se iban a congregar, luego sujete la rosa entre mis manos y le até el lazo con cuidado. Mientras recitaba el conjuro dejé que uno de los extremos del lazo tocara la llama danzante de una de las velas y coloqué el conjunto en el interior de la olla.

La llama, al terminar el conjuro, creció y se volvió de un color azulado para apagarse dejándonos a todos con una menor percepción de nuestro entorno. No obstante notamos como el viento parecía congregarse en un lado del desván hasta que once puntos de neblina se observaron frente a mí tomando lentamente la forma de mujeres con diversos vestidos dependiendo de la época.

Una de ellas, joven y bella, con una sonrisa encabezó el comité, vestía una hermosa túnica blanca y su cabello oscuro increíblemente liso enmarcaba con un sencillo corte sus ojos azules-Bienvenida a la familia-me sorprendió su voz dulce e increíblemente conocida, aunque no estaba segura de donde-nosotras te aceptamos y te otorgamos tu nombre-se acercó a mí y me abrazó, no sentí nada extraño ni me estremecí al sentir la sensación incorpórea y cósmica, algo en mi comenzaba a despertar-tu nombre es --------------.

-¿Mamá?

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